"Mi esposo solía decir que yo soy el tipo de persona que ve la copa medio vacía, pero nunca pensé que estaba deprimida.
Luego, hace alrededor de un año, me despidieron del trabajo y me derrumbé.
Lo único que hacía era comer, dormir y llorar.
Mi esposo no podía ayudarme, y yo me sentía tan inútil que no podía creer que él quisiera hacerlo".
"Cuando estaba deprimido, dejé de pasar tiempo con mis amigos.
Hasta dejé de contestar a sus llamadas y mensajes de texto.
¿Para qué agobiarles también a ellos?
Solía sentarme en la oscuridad... yo solo... durante horas, bebiendo cerveza".
"Mi consejero me pidió que le dijera una cosa que realmente disfruto...
y no tuve respuesta.
Sabía que antes me encantaba pasar tiempo con mis nietos, pero ya no me sentía así.
Eso es lo que la depresión me robó".
"Mi esposo me dijo: 'Te quiero demasiado como para verte sufrir de esta manera'.
Eso me hizo abrir los ojos, y finalmente acepté pedir ayuda".
"Uno de mis amigos pasó por mi casa después del trabajo.
Echó un vistazo a todas las latas de cerveza y la ropa sucia tirada por el piso y dijo: 'Pero hombre, ¿qué te estás haciendo a ti mismo?' Yo traté de tomarlo a broma, pero él siguió insistiendo...
y una vez que empecé a hablar, se lo conté todo.
Me hizo prometer que hablaría con mi médico".
"Mi hija me pedía que cuidara a sus hijos y yo le decía que no.
Pensaba que yo no era buena para nadie cuando estaba tan decaída.
Mi consejero me ayudó a ver que distanciarme de las personas a las que amo solo empeoraba las cosas...
y que, aunque no siempre estuviera alegre y sonriente, todavía tenía algo que ofrecerles".
"Las cosas tardaron tiempo en mejorar.
Por ejemplo, mi esposo decía '¡Salgamos!' y yo solo quería esconderme bajo las sábanas.
Pero sabía que parte de mi tratamiento era pasar tiempo con las personas a las que quiero...
así que entonces me levantaba de la cama y salía con él.
A medida que mi tratamiento comenzó a tener efecto, empecé a tener ganas de hacer cosas con mi esposo...
y nuestra relación volvió a ser más cercana".
"La depresión te hace perder el sentido de lo que es bueno para ti.
Y estar con los amigos es algo bueno.
Mis amigos se preocupan por mí.
Se aseguran de que esté bien.
Me invitan a salir.
Me hacen reír.
Y eso es lo que necesito".
"Ahora voy a buscar a mis nietos casi todos los sábados.
Horneamos galletas, hacemos manualidades, jugamos en la piscina... hacemos cosas divertidas.
Es lo más destacado de mi semana.
Está claro que así ayudo a mi hija, pero más que nada me ayudo a mí misma".
"La depresión te hace sentir que no puedes pedir ayuda a los amigos y a la familia...
pero claro que puedes.
Y es un primer paso importante para lograr recuperarse.
¿Con quién puede hablar usted hoy mismo?"