Me llamo Rachel.
Y mis hijos se llaman Benjamin y Micah. Ambos nacieron por cesárea.
Con mi primer hijo, estuve de parto varias horas y él no descendía, así que decidieron que tenían que hacerme una cesárea.
Cuando me dieron la anestesia sobre la mesa de operaciones en el quirófano, empecé a tener temblores intensos y luego tuve muchas náuseas y acabé vomitando. Y entonces, sabe usted, sacaron al bebé. Y ese momento que yo había anticipado que iba a ser muy emocionante, ver a mi bebé por primera vez, no fue tan maravilloso.
Al principio de mi segundo embarazo, realmente quería tratar de tener un parto después de una cesárea.
Nadie dijo que hubiera ninguna razón por la que no debería tratar de tener un parto tras cesárea.
Y entiendo que es mejor para la madre y el bebé tener un parto después de una cesárea que una cesárea programada.
Creo que la razón por la que cambié de opinión en última instancia fue que había menos factores desconocidos con una cesárea programada.
No quería acabar teniendo el mismo tipo de experiencia que tuve la primera vez.
Y sabía que tenía que volver a casa y cuidar de dos personas.
Y eso era lo que más me preocupaba; sentir que tenía más control y que estaría mejor preparada para cuidarme y cuidar a mi familia de lo que hubiera sido el caso si hubiera pasado por la misma experiencia una segunda vez.
Así que hice preguntas en un foro en línea para mamás en el que participo.
Y cuando hablé con otras mujeres que habían tenido cesáreas planificadas, prácticamente todas ellas me dijeron que era una experiencia muy diferente que tener una cesárea no planificada.
Entras en el quirófano, todo está mucho más controlado y no es tan traumático.
Yo era consciente de que tener más cesáreas aumenta mi riesgo en embarazos futuros.
Hablé sobre eso con el médico y la comadrona.
Pero no creo que quiera tener más hijos.
Estoy satisfecha con la manera en que salieron las cosas.