Aproximadamente 10 segundos después de dar una bocanada, la nicotina ha llegado desde los pulmones a la sangre y hasta el cerebro, donde comienza a surtir efecto.
La nicotina se ajusta a partes del cerebro llamadas receptores.
Le dicen al cerebro que libere sustancias químicas que lo hacen sentir alerta, menos ansioso, y relajado. Las personas se vuelven adictas al tabaco porque...
... bueno, ¿a quién no le gusta sentirse tranquilo, apacible y sosegado?
Pero es más que eso. La nicotina realmente cambia el cerebro diciéndole que produzca más receptores. Tener más receptores implica más sustancias químicas que lo hacen sentir bien. Muy pronto su cerebro se acostumbra a tener muchas más de esas sustancias químicas. Cuando usted deja de fumar, de repente ya no hay nicotina para decirles a los receptores del cerebro que sigan produciendo esas sustancias químicas, y usted comienza a sentirse malhumorado, gruñón, y estresado. No tener esas sustancias químicas puede ser muy difícil de sobrellevar. Es una de las razones principales por las que la gente comienza a fumar de nuevo, incluso si usted piensa que volvió a fumar sobre todo para afrontar el estrés o... bueno, porque sencillamente le gusta fumar.
Millones de fumadores han conseguido dejar de fumar usando medicamentos para acostumbrarse a la falta de esas sustancias químicas. Algunas personas usan medicamentos de venta libre como parches de nicotina, chicles o tabletas.
Otras usan medicamentos recetados por sus médicos.
