Recuéstese cómodamente en una silla. Si puede, cierre los ojos.
Coloque los brazos en los reposabrazos o coloque las manos en su regazo.
Respire hondo por la nariz.
Inhale lentamente y luego deje salir el aire completamente por la boca.
Hágalo de nuevo lentamente.
Siga respirando así...
Reúna toda la tensión que tenga en el cuerpo y expúlsela con cada respiración.
Deje que una sensación de calor se extienda desde los pulmones hasta el cuello y la cabeza...
... bajando por los brazos hasta la punta de los dedos...
... por el cuerpo hasta las piernas...
y llegando hasta los dedos de los pies.
Quédese ahí por un momento.
Ahora imagínese un día soleado...
Está en la playa.
Con el ojo de su mente, extienda la vista sobre el agua azul.
Vea cómo las olas reflejan el sol.
Observe los barcos que pasan flotando lentamente.
Escuche las olas que rompen suavemente contra la orilla a sus pies.
Camine un poco por la orilla.
Sienta la arena húmeda entre los dedos de los pies.
Mire a un lado y luego al otro.
Note el susurro de los árboles que se mecen en la brisa.
Sienta la brisa soplándole suavemente en la cara y los brazos...
Con cada respiración, usted inhala los agradables aromas en el aire.
Quédese ahí por un momento.
Deje que todo esto se convierta en realidad para usted.